viernes, 23 de noviembre de 2012

Reseña en la web "El rincón del trotamundos"

Juan José Ramos Encalado ha dedicado al libro esta amable reseña en El rincón del trotamundos:

Tras incendiar las redes sociales del mundillo ornitológico, compré este libro. Precedido por la expectación generada no ha defraudo. Es más, era algo imprescindible en la escasa literatura naturalista en castellano. Yo personalmente, salvo algunas cosas muy interesantes traducidas de Gerald Durrell, Tim Flannery, de Jane Goodall o de Dian Fosey , no conocía prácticamente nada sobre este tipo de aventuras en nuestro país. Excepción aparte de las memorias del recientemente fallecido profesor Valverde, e incluso algunos episodios naturalistas del vallisoletano Delibes.

El amigo Rafa Álvarez me pidió que hiciera una reseña de este libro, … y no me ha sido fácil. No me ha sido fácil, por el hecho de conocer al autor, aunque llevemos 10 años sin vernos, desde alguna jornada en la costa gallega. Aún recuerdo cuando vimos en el Azud de Riolobos, a 40 kilómetros de Salamanca un págalo rabero y tuvimos que acudir a él para que nos lo confirmara o nos lo desmintiera, siendo una de las citas de aves raras más interesantes de nuestra provincia.
 
Hubo un tiempo, en el que fui 2 veces a las salidas en barco que se organizaban desde el puerto lucense de O Vicedo. Salidas en las que además, por si hubiéramos tenido poco mar, se completaban con observaciones desde el cabo más septentrional de Iberia: la Estaca de Bares. Y aquí empieza el relato de Toñete. Un relato pausado que asoma periódicamente sobre sus largas horas pasadas en este cabo, escrutando la mar Océana, y las reflexiones que hace él en voz alta, sobre lo que “esos chalados de los prismáticos” comentan en su reducido círculo: la migración de las aves, el de donde vienen y a donde van, el increíble salto de la collalba gris por el Atlántico Norte, los inmensos bucles que sobrevuelan a lomos de la espuma y las olas las aves marinas durante meses y meses, sin ver tierra. Y de ahí llegamos a la ría de Ortigueira donde reposan miles de limícolas y sus nutrias marinas, que tuve la fortuna de ver hace ahora 10 años. Y así seguimos recorriendo lugares increíbles de la costa coruñesa, con sus glorias y sus miserias, con las vivencias que empapan el alma tras el contacto cotidiano con sus gentes, la sierra de A Capelada, la tragedia de la laguna litoral de A Frouxeira, y la ría do Burgo. El recorrido por esta costa granítica, que un día fue el fin del mundo, por sus aves, en las que con sensibilidad y, todo hay que decirlo, cierta socarronería, se repasan los monocultivos de eucaliptos, la industrialización del paisaje, el urbanismo desaforado, la casta política, y la tragedia del Prestige.
 
A la tragedia del Prestige dedica todo un capítulo. Y no puedo evitar recordar la convulsión que me supuso. Tal vez no sea ni el momento ni el lugar para incluir mi experiencia, pero no puedo evitar meter un párrafo, tal vez por el acúmulo de acontecimientos. Recién llegado precisamente de La Estaca de Bares, se iniciaba la cadena de acontecimientos, o más literariamente, la teoría del Asesinato del Orient Express. Cuando andaba aquel petrolero errando a merced de las olas, marché a un viaje ornitológico a Malaysia, y … allí con pavor pude ver, en la portada del The Straits Times, la imagen de la proa mirando el día antes de ser engullido por la noche eterna de las profundidades, … y allí, salíamos de la selva buscando ávidamente información sobre lo que ocurría , … y llegar de vuelta, y trabajando desde la Junta Directiva de SEO-BirdLife de la que yo entonces era miembro: teléfono por aquí, teléfono por allá, hay que mirar esto, … Y ahí pude ver la abnegada dedicación de muchas de las personas que aparecen en el relato, con sus nombres y apellidos.
 
Todo el relato se enriquece con breves biografías de gente increíble, como la de Edward Sabine que da nombre a una de las gaviotas más bonitas de nuestros mares, midiendo la curvatura de la Tierra por las oscilaciones de un péndulo en el ártico canadiense. El imitador de cantos de aves que acabó siendo la voz del Pato Donald, del Gallo Claudio y de otras aves de nuestros dibujos animados. Las peripecias del naturalista gallego López Seoane y las increíbles aventuras de espías de Meinertzhagen, de James Bond y la expedición secreta a la búsqueda de las avestruces de Berbería.

Y por supuesto, no podía faltar ese pequeño homenaje que nos hace a nosotros: los ornitólogos y amantes de las aves, unos más y otros menos. Esas increíbles listas de aves vistas, esos relatos de cuando vi tal o cual pájaro, aquel viaje que hice a tal lugar…
 
Un relato que me recuerda a algunas crónicas viajeras de Manu Leguineche, de Javier Reverté o de Ryszard Kapuściński, en el que como he dicho ya se combinan historias, ciencia y vivencias personales. Yo no soy de esos, pero me han llegado noticias de gente que se ha leído el libro de un tirón y no me extraña. Estoy deseando volver a leerlo. En resumen, imprescindible este pequeño homenaje a nuestra gran afición. Incluso, no hace falta que seas un entusiasta de las aves, solo que tengas un alma curiosa.
 
Publicado en Castellano por Tundra Editores
 
Comentario, Juan José Ramos Encalado